
Robin Higginsa / Pixabay
Una muy buena amiga mía fue la inspiración de este post.
Llamémosle “Erika” para no balconearla.
El otro día “Erika” fue de visita a mi casa, llego, malhumorada y superinquieta.
Resulta que Eri, se encontraba en plan de alimentación para pérdida de peso.
Esa mañana había asistido a consulta.
Si se lo están preguntando, sí, ella perdió peso, perdió 2 kg en 4 semanas.
Cuando me contó esto, de inmediato, como buena nutria, choqué las palmas de mi mano y dije en voz alta: ¡Bien! ¡Felicidades!
Pero me arrepentí dos segundos después al ver su cara de pocos amigos, sentí como si le hubiera recordado en ese momento a todos sus antepasados en lugar de felicitarla.
Erika se sintió apena, respiro profundo y procedió a contarme su “historia de horror”.
Me platico que la última semana de su plan de alimentación comenzó a invadirla una angustia gigantesca y una sensación amarga de derrota y culpa.
Porque, desde su perspectiva y juicio, ella lo había hecho todo supermal, no se había apegado para en absoluto a lo que le indico su nutrióloga en consulta.
Inmediatamente, salió mi nutria interior (ja, ja, ja) y le pregunté: ¿Por qué dices que no te apegaste al plan?
Platícame un día de la semana, por ejemplo, el miércoles ¿Qué sucedió ese día?
A continuación, el relato de Erika
Mi desayuno fue un omelet riquísimo, con muy poquita grasa y mi jugo verde delicioso.
Más tarde, me prepare mi snack, me tocaba avena con frutos rojos, nueces de la india y chía o coco rallado sin azúcar.
Todo transcurría ideal, estaba siguiendo mis horarios, mi rutina de ejercicio, mis vasos de agua, etc., cuando recibí un mensaje del trabajo: “La junta con el picudo de la empresa se ha adelantado” ¡Qué terrible!
Con un esfuerzo increíble, salí de mi casa como caballo desbocado y frente a todo pronóstico, la junta se dio de manera exitosa.
A los pocos minutos de recibir algunas palmadas por parte de mis compañeros, me di cuenta de que había salido tan de prisa de casa, que había dejado mi snack saludable y mi botella de agua.
Tenía un fuerte dolor de cabeza por falta de agua y mi snack y lo único disponible o a mi alcance para comprar en ese momento, fue un muffin de chocolate.
Puff todo mi esfuerzo a la basura _ Palabras de Eri.
En cuanto a mí, tenía a mi amiga Erika en modo emo, diciendo: “todo se arruinó”, “el mundo está en mi contra”, “tengo toda la intención de llevar mi plan y me pasa esto”.
Yo, con unas ganas tremendas de saber el desenlace de este desgarriate, le pregunté: ¿Y cómo termino el día Eri? ¿Qué ocurrió en la cena?
Erika respondió. Llegué a casa, sentí que todo fue un fracaso y en lugar calentarme la cena que me tocaba de acuerdo a mi plan, me pedí unos tacos.
Si tú también te identificas con la frustración que experimento Eri, probablemente has tenido días caóticos como estos, en los que pareciera que el mundo entero conspira para que rompas tu plan de alimentación saludable. Días en los que no puedes controlar absolutamente nada.
Tranquila, tranquilo, respira profundo y lee varias veces estas palabras:
¡Es normal! ¡Se llama vida! Vida adulta más específicamente.
La vida no es perfecta, todo el tiempo ocurren cosas que están fuera de nuestro control.
No te juzgues, ni te castigues, deja el pasado donde pertenece y retoma tu plan de alimentación.
No al siguiente lunes, o al siguiente día, ni al siguiente mes, retoma tu plan de alimentación en el siguiente tiempo de comida formal o el siguiente snack.
No te angusties, ni corras a pesarte, ni mucho menos te restrinjas.
Evalúa si estos eventos seguirán pasando de forma habitual, para que puedas construir estrategias que te ayuden en estos eventos específicos.
Tal vez tengas que preparar frascos de avena, los famosos overnights o vasitos con fruta picada, listos en el refri para echar al carro o la bolsa de mano y salir corriendo, tener tu botella siempre llena, siempre limpia para rellenarla, rodajas de limón o naranja, listas, si es que no me gusta el agua simple, en fin.
Vale más la pena enfocarse en las todas las posibles estrategias para poder seguir mi plan de alimentación, que estarme latigueando sin hacer nada al respecto.
Por su puesto que lo anterior lo compartí con Eri, fue más gentil con su cuerpo y aplaudió su pérdida de peso.
Hizo las paces con ese muffin de chocolate, ja, ja, ja,
Acepto que este tipo de bomberazos son comunes en su puesto de trabajo y comenzó a hacerse unos snacks fríos, riquísimos, muffins saludables, panques integrales de todo tipo, etc
Jamás ha cambiado de trabajo, ni cambiará, le encanta.
No dejará que su trabajo y salud no se suban al ring nuevamente.
No pierdas tu salud. ¡Sígueme!
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