Seré 100% honesta con ustedes, el día de hoy me desayune una torta de huevo con jamón.
Sí, leíste bien, una torta de huevo con jamón, con bolillo blanco, normalito, de panadería.
A caso creíste que escribiría:
¿Un “Avocado toast” y una “Ensalada”? Definitivamente, eso no me dejaría satisfecha.
Retomando el post de la dieta real (te dejo el link aquí) donde hablamos de las redes sociales.
Solemos pensar que una dieta ideal está basada en cantidades ridículamente pequeñas, ensaladas todo el día y cuidadito si metes carbohidratos, harinas o almidones.
¿Tortillas? ¡Qué bárbaro! ¿Un bolillo? ¡Cómo crees!
¿Por qué diseñar dietas extremas que ni nosotros mismos podríamos seguir?
¿Por qué decir o poner reglas ridículas que ni nosotros haríamos?
Solo estresaremos y frustraremos a nuestros pacientes.
Pensarán que su vida era más sencilla antes de acercarse a una a consulta de nutrición.
Más gracioso aún, pensarán en nosotros con un tarro de cerveza en la mano diciendo: ¡Qué agradable sujeto es el nutriólogo! Lástima que no tenga fuerza de voluntad
Jamás podré seguir una dieta, es más difícil de lo que pensé.
¡Seamos honestos!
Tomemos en cuenta el estilo de vida de nuestro paciente, el tiempo con el que cuenta para preparar sus alientos, si come fuera de casa o tiene la posibilidad de preparar sus alimentos en casa, su dinámica familiar, si vive con sus padres, suegros o algún pariente (que en ocasiones son unos ángeles y les ayudan a preparar sus comidas), si tienen refri o si les cayó la maldición gitana y se les descompuso junto con la licuadora, etc., etc.
Más adelante dedicaré un segundo post acerca de las preguntas que podemos hacer en consulta o hacernos a nosotros mismos para conocer toda esta información que definitivamente nos ayudan en identificar cuál es la dieta real para nuestros pacientes y para nosotros mismos.
No pierdas tu salud. ¡Sígueme!
