Toma decisiones saludables desde el inicio de tu día

Permítanme contarles una corta historia antes.
Ayer fui al mercado por la mañana, gasté $230 pesos mexicanos en 8 nopales, 1 papaya, 1 aguacate, 1 penca de plátanos, todo para mi semana.
El camino de regreso a casa, incluye un pasillo enorme de pura comida poco saludable, ya saben: tacos, quesadillas fritas, pan de dulce, pollos rostizados, barbacoa y más cosas riquísimas, ja, ja, ja.
Delante de mí, caminaba un hombre quien al pasar por el puesto de las quesadillas se vio atraído de forma magnética.
Giro su cabeza como si esta hubiera dejado de obedecerle y clavo su mirada en el puesto, dándome la oportunidad de rebasarlo.
Sin embargo, concluyo que las quesadillas fritas no debían ser su primer alimento del día y siguió caminando, incluso más rápido que antes.
Pero tan solo dio tres pasos más hacia adelante y fue atrapado por el olor exquisito del pan recién hornado de una pastelería, lo que me hizo recordar que también debía comprar algo en ese sitio.
Entre detrás de él, ambos nos dirigimos a la sección de los bolillos, yo comencé a tomar los que necesitaba para el desayuno.
Él se quedó con la bandeja en una mano y las pintas en la otra, mirando fijamente los bolillos.
Nuevamente, imagine que trataba de deliberar… ¿Cuál sería el alimento que iba a seleccionar para su desayuno? ¿Cuál sería el ideal para romper su ayuno nocturno? Su decisión final llegó rápido y se dirigió a la sección de pasteles, eligió un pastel individual, tipo imposible y una dona escarchada, los echo a su bandeja y se formó para pagar.
También tomé un lugar en la fila para pagar, me encontraba muy adormilada y lenta, ya que irónicamente aún no desayunaba.
Note que el hombre tenía su mirada clavada, en una especie de pan de caja integral que solo se veía desde el punto donde estábamos parados.
Por un momento creí que habría un giro de tuerca inesperado en toda esta trama.
Creí que haría una elección más saludable, incluso podía ver que si quería hacerlo, pero antes de que pudiera redimirse ha, ha, ha, las amables panderas lo hicieron salir de prisa.
Los dos salimos con segundos de diferencia y más adelante, para completarse, se detuvo a comprar un café en un carrito de esos que andan por toda la ciudad.

Finalmente, tomamos caminos diferentes, pero reflexioné que en mayor o menor medida, en el pasado o en futuro, todos somos este hombre.
Nos vemos como él, nos encontramos en esta situación y terminamos tomando las mismas decisiones que él.
Nos vemos obligados a elegir decisiones muy prácticas, pero definitivamente nada saludables para nuestros cuerpos.
Nos aventuramos a salir de casa, sin desayunar y sin un plan.
Salimos diciendo: ¿A ver qué me encuentro que no este tan mal?
Cuando dejas de pensar, anticipar, planear y prepararte tus alimentos. Estamos condenados a comer mal.
Sabemos que lo que desayunaremos no contendrá todos los nutrientes que nuestro cuerpo requiere.
Habrá consecuencias indeseables; Mala digestión, poca saciedad, va en contra de lo prescrito para mi condición de salud, promoverá alteraciones en mi sangre y en mi perfil de lípidos, etc.
Nuestro cuerpo nos presiona. ¡Necesito que me des alimento! ¡AHORA!
Todos tus sentidos están trabajando en conjunto para concretar este evento, el olfato, la vista, incluso los pensamientos también se sincronizan y todo se decanta en una mala elección para nuestra salud.
Si ya eres adulto y llevas repitiendo este patrón por mucho tiempo, te comparto que nunca es tarde para mejorar la calidad de nuestra dieta y comenzar a tomar acción.
Si apenas te aventaste a la vida laborar, al godinato y a la independencia y quieres comenzar a tomar decisiones saludables, estás en el lugar adecuado.
Deseo que tengas una excelente semana. Les mando un abrazo gigante.
No pierdas tu salud. ¡Sígueme!